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Felicidad de Laboratorio

Foto del escritor: Lucre RicchezzaLucre Ricchezza

Hace un tiempo ya siento que hay algo que me viene incomodando, algo que hoy, mientras barría en el estudio, empecé a ver más claro. Porque a veces es así, la calridad y las revelaciones internas nos vienen cuando estamos ocupándonos de algo más.


Y de lo que me di cuenta hoy es de que lo que me inquieta es "la felicidad de laboratorio"


Y, abriendo el teclado, me salió esto.


Ojo con la felicidad de laboratorio. Esa que nos dice, por ejemplo, que realizando las 5 cosas que hacen las personas felices de acuerdo con un experto de Harvard, vamos a ser tan felices como ellos. "Si la ciencia lo recomienda, será que es beneficioso", nos decimos y acatamos. Me inquieta que sigamos en el "ver para creer" pero modelo 2.0, a través de experiencias controladas en laboratorios.


Seguimos esperando que una autoridad médica o científica nos recete prácticas antiquísimas como si fueran las últimas tecnologías desarrolladas y se desprecia la intuición y la sabiduría espiritual de tradiciones milenarias que no cuentan con el sello del neurocientífico de moda.


Me acuerdo cuando leí hace mucho "La vida de los hombres infames", ahí Foucault contaba, entre otras cosas, cómo la medicina se desarrolló para que la gente se recuperase pronto de enfermedades y pudiera volver a producir en el corto plazo.


Hoy en día, como más o menos las cuestiones básicas de salud están cubiertas, la enfermedad del siglo XXI es la falta de sentido, de propósito, de un norte significativo y claro.


El problema de la productividad pasa porque la gente hoy está estresada, abúlica, demotivada. Entonces la ciencia se da la vuelta para ver lo que siempre había ninguneado: las emociones, la espiritualidad y el bienestar integral del ser humano.


En esta crisis las respuestas y el sentido no las puede dar lo exacto.


Estamos en la era de la Ciencia del Bienestar, en este mundo tomamos los nuevos "descubrimientos" de la ciencia y recién ahí empezamos a darle crédito a la medicina que desde siempre llevamos dentro.


Pareciera que el nuevo "efecto placebo", está en que como el papel dice que meditar hace esto y aquello, me lo tomo como pastilla, con la posología recomendada y espero a ver los efectos.


Lo que me incomoda es que este tipo de felicidad recetada es una felicidad fría, de ciencias exactas, de aplicar un talle único para todos. Y siento que, como las ratitas que corren en la ruedita en la pecera del laboratorio, este recetario no nos lleva a ningún lado, nos deja siempre corriendo en la ruedita, con la esperanza de que, algún día, las recetas van a dar resultado.


Y es que el asunto es mucho más profundo que llevar adelante una secuencia de pasos. Las técnicas de Bienestar son maravillosas pero si las consumimos como consumimos cualquier otro commodity de turno, se convierten en un adorno, en un mero maquillaje, una tendencia que terminará pasando de moda tan pronto como la ciencia ponga su interés sobre otro objeto.


La ciencia nos está recomendando que hagamos lo que siempre estuvo ahí, pasar tiempo en la Naturaleza, familiarizarnos con nuestra mente y con el silencio, rodearnos de las personas que amamos y nos hacen bien, estar presentes en cada cosa que hacemos, habitar y mover nuestro cuerpo, ser fieles a nosotros mismos, desear el bien a todos los seres, llevar una vida coherente... ¿Realmente necesitamos que la ciencia nos lo recete? En definitiva, creo que lo que me incomoda es siento que se está cientifizando la vida y que esta tendencia a seguir prescripciones nos aleja cada vez más de conocernos a nosotros mismos.


Ahí es donde están, estarán y siempre estuvieron todas las respuestas.



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