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Del mat a la vida diaria I

Foto del escritor: Lucre RicchezzaLucre Ricchezza

Actualizado: 9 may 2022

Una aproximación a los Yamas.


Es muy común al practicar yoga que sintamos una inmensa sensación de calma y bienestar luego de la clase, una especie de vibración, de liviandad que nos gustaría que se prolongase por mucho tiempo. Entonces, salimos de la sala despacito, como cuidando cada paso, en silencio... apenas se oyen algunas voces despidiéndose, abrimos la puerta de calle y tomamos esa primera bocanada de aire con ganas, como si saboreásemos el mundo por primera vez. Pero inmediatamente después nos encontramos con un mundo que no acaba de salir, como nosotros, de la clase de yoga, sintiéndose relajados, llenos de vida y renovados. Nos encontramos, abruptamente en algunos casos, con que nuestras vidas nos estaban esperando tal y como las habíamos dejado, con situaciones pendientes por resolver, preocupaciones, y un pilón de cosas por hacer que por mucho que respiremos están ahí y no se desvanecen.

Cuando empecé a tomar clases, una de mis maestras me preguntó por qué me había interesado en hacer yoga. En ese momento sentía que cualquier cosa que dijera iba a sonar pretenciosa y sin sentido, todavía sentía que el yoga le pertenecía a un grupo especial y selecto de personas y yo me sentía a años luz de estar en eje, o al menos, de estar en paz. Lo primero que dije, sin realmente saber a qué me refería, fue que quería adoptarlo como una filosofía de vida. Y sin darme cuenta, había declarado una poderosa intención. No sé si pasaron meses o un par de años hasta que inicié el instructorado y tuve la oportunidad de aprender acerca de la filosofía y del estilo de vida que propone el yoga.

En primer lugar, aprendí que la práctica física de asanas (las posturas) es solo un aspecto de la práctica en general. De acuerdo con Patanjali, autor de los Yoga Sutras (una serie de aforismos que constituyen los principios filosóficos de esta práctica milenaria), el Yoga consta de 8 pasos, de los cuales los dos primeros, los Yamas y Niyamas, constituyen una guía ética para el yogui consigo mismo y con la sociedad con la que convive. Conocerlos te va a permitir empezar a observarte y ver hasta qué punto ya los tenías incorporados en tu vida y cuáles podés elegir para ir desarrollando.

Los Yamas son cinco aspectos de tu conducta que es preciso evitar:

  1. Ahimsa, o no violencia: este es tal vez, el motivo fundamental por el que muchos yoguis son o eligen volverse vegetarianos. Se trata de la no violencia en todas sus formas, ya sea de acción, de palabra, o pensamiento. Debido a que la práctica de comer animales implica un cierto grado de violencia, mucha gente opta por una dieta libre de carnes y/o productos derivados de los mismos. ¿Cómo lo podemos aplicar a nuestro día a día cuando vivimos en una sociedad en la que se come carne prácticamente día por medio? Don´t panic! Podés implementar los "lunes sin carne", que se instauraron hace ya algunos años como una forma de reducir el impacto ambiental producido por la cría masiva de animales para consumo humano, o simplemente hacer tu consumo de carnes más espaciado buscando alternativas vegetales, que hay muchas e internet está llena de ideas super creativas.

  2. Satya, u honestidad: este principio se desprende del anterior ya que la falta de honestidad, a la larga, termina causando dolor tanto para quien miente o calla como para quienes lo rodean. Ojo acá que se presta a confusión. La honestidad es buena siempre y cuando sea oportuna, necesaria, amorosamente expresada, y con consecuencias positivas. Si vas a andar por ahí diciéndole a todo el mundo lo que se te viene a la mente porque "no tenés filtro y ya no te callás nada", cuidado, podés estar desviando el punto y lastimando más que ayudando. No todo el mundo está preparado para tus verdades en el momento en el que a vos te plazca y cada uno tiene las suyas, que son igualmente válidas. Pero la honestidad tiene dos caras, una externa -de la que acabamos de hablar- y otra interna, persona; porque como reza el dicho "La honestidad bien entendida empieza por casa" (en el original es caridad pero aplica con cualquier sustantivo). Es muy importante que te dediques un rato y un espacio de silencio para escucharte, percibirte, reconocerte y evaluar qué querés vos, quién sos vos y cómo querés ser y estar en este mundo y vivir en consecuencia.

  3. Asteya, o no robar, no codiciar, no pretender ser, ni aparentar. Si lo pensamos en relación a lo material, el concepto de no robar resulta bastante obvio. Pero si profundizamos un poco encontramos mucha tela para cortar. No sólo se trata de tomar aquellos objetos que no nos pertenecen, sino que también abarca el aprovecharnos de la paz, el tiempo, e incluso de la buena voluntad de los otros. Pensado de esta manera, surge una controversia. Para poder mantener nuestro confortable estilo de vida, muchas veces elegimos no ver ciertos aspectos involucrados en la producción de muchos de los bienes que consumimos. Elegimos no ver, y consecuentemente ignorar, la explotación para con quienes los producen, el impacto nocivo en el medio ambiente generado por su manufactura, entre otras cuestiones éticas que asumimos livianamente como "males necesarios" o "daños colaterales". Bajo estos conceptos perdemos de vista que esos "males necesarios" se están llevando puestos gente y ecosistemas enteros en pos de la comodidad de la sociedad de consumo. Una forma de contribuir es elegir la actitud contraria, abandonar la ignorancia voluntaria y buscar formas de consumo responsables, respetuosas y generosas para con la humanidad y el medio ambiente. Afortunadamente hoy en día podemos informarnos acerca de aquellas empresas que mantienen una actitud ética en el proceso de producción, podemos elegir comprar a pequeños productores y empresas cuyas producciones involucren condiciones de trabajo dignas y amigables para con el medio ambiente, las empresas B certificadas son también un ejemplo de esto.

  4. Brahmacharya es evitar el desgaste innecesario de energía, la traducción más cercana al sánscrito se refiere a la energía sexual. Si pensamos en la energía en general, podemos relacionarlo con los gastos innecesarios de energía que hacemos al buscar tener razón todo el tiempo o involucrándonos en conversaciones que realmente no nos enriquecen ni ayudan a crecer.

  5. Aparigraha, o no acumular: Se trata de no acaparar, de desarrollar el desapego en el sentido de no quedarnos atrapados ni en los objetos ni en las pasiones, ni en los éxitos ni en los fracasos, ni tampoco en el resultado de nuestras acciones. Moderación es un concepto que también podríamos relacionar con aparigraha. Una actitud desapegada nos lleva a seguir adelante, a no quedarnos enredados en el pasado ni apegarnos a las expectativas que proyectamos. Aceptar, asumir y soltar, son palabras que pueden serte de ayuda en este punto. Podés aprovechar a observarte en diferentes situaciones o aspectos de tu vida y ver hasta qué punto estás aferrándote a ideas, ideologías, objetivos, incluso a objetos o roles que ocupás y empezar a despojarte de a poco para que tu felicidad y bienestar no dependan de factores externos.

Como ves, estos cinco principios éticos guardan mucho parecido con los mandamientos y códigos de convivencia bajo los cuales vivimos a diario. Probablemente ya sean parte de vos y no necesites modificar mucho tu conducta para vivirlos. Observarlos, observar tus conductas de manera consciente es una buena estrategia para sentir que llevás tu práctica física al plano social y a tu día a día. Más adelante te voy a contar sobre los demás pasos del Yoga, el que sigue comprende los Niyamas, pero esto es todo por ahora.


Hasta entonces, que todo lo bueno te llegue y se quede contigo.


Namasté


Lucrecia




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