Esta semana, en las clases de Yoga y en varias conversaciones, surgió el comentario acerca del cansancio que muchas personas estamos experimentando en estas últimas semanas. En lo personal, hace dos semanas que me está costando levantarme a mi horario habitual, siento el cuerpo pesado y cada vez que salgo a correr o subo a mi mat para hacer mi práctica de asanas, me encuentro como si llevara un lastre de buzo atado a la cintura. Algunas de mis alumnas me han comentado que están teniendo, o bien dificultades para dormir, o sueño intenso y profundo.
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Si bien es cierto que poco a poco estamos volviendo a retomar rutinas y ritmos que durante aproximadamente un año pusimos en stand-by, esta readaptación al estilo de vida pre-pandémico puede que no sea la única causa de lo que la mayoría de las personas con las que he venido charlando del tema llamamos "cansancio". Pasa que le llamamos "cansancio" porque es la palabra que aprendimos para denominar este estado en el que sentimos que podríamos dormir durante varios días de corrido y que al fin de semana le está faltando un día más. Lo que ocurre es que, al definirlo como tal, comenzamos a pensar que hay algo que no anda bien con nosotros, lo que provoca que empecemos a buscar la falla, y que se dispare la maraña de pensamientos que la mente va creando para encontrar el problema y desplegar todas sus herramientas para solucionarlo, cosa que nos mantiene en un círculo de pensamientos que se enroscan unos con otros y siempre vuelven al mismo punto: "algo está mal". Este modo puede sernos muy útil cuando estamos frente a un problema en concreto que tenemos que resolver, sin embargo, no es efectivo cuando de cuestiones psicofísico-emocionales se trata, pudiendo incluso inducir a un estado de estrés y frustración.
Pero, ¿y si solo fuera el otoño? ¿Y si solo fuera nuestro cuerpo animal adaptándose a los cambios estacionales? Te propongo algunas ideas para cambiar el foco de tu mirada y reconocerte en tu ser en otoño.
En otoño, la posición de la tierra respecto del Sol, hace que en este lado del planeta lo veamos salir cada día un ratito más tarde hasta llegar al día más corto del año, que es el 21 de junio. Dado que nuestra especie está naturalmente diseñada para acomodarse y desenvolverse de acuerdo al ritmo circadiano, es entendible que levantarnos temprano nos cueste un poco más que en la temporada de verano.
El otoño es una etapa de movimiento, los vientos ayudan a los árboles a desprenderse de sus hojas dado que ya no las necesitan y por eso se despojan de ellas. ¿No será que esa pesadez corporal que experimentamos es en realidad el cuerpo pidiéndonos que nos despojemos de lo que no necesitamos? La medicina Ayurveda recomienda para esta época comer vegetales frescos y ricos en clorofila y hacer depuraciones suaves, para ayudar a eliminar del cuerpo todo aquello que ya no necesita.
Como ante cualquier cambio en la vida, el otoño puede ser una excelente invitación a detenernos, a observarnos con curiosidad para escuchar el cuerpo, percibir nuestra energía y dejar que nos cuenten qué están necesitando. Esto no quiere decir que dejes de realizar tu trabajo o tu rutina cotidiana - nuestro estilo de vida lo demanda - sin embargo, podes sintonizar con tu propio ritmo y transitar tu día a día de manera más orgánica y consciente.
Regálate un ratito al día para darte un masaje con aceite. De acuerdo con la medicina Ayurveda, el masaje sobre la piel tiene un efecto equilibrador sobre el sistema nervioso. Y realiza respiraciones enfocando tu atención en la exhalación, recuerda el "soltar" de las hojas que hacen los árboles.
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5. Cuando experimentes sensaciones que catalogarías como síntomas de lo que denominamos cansancio, detente un instante a percibir antes de nombrar. Y en lugar de dejar que la mente tome el control, despójate del "modo hacer" que busca resolver y entrégate al "modo ser" que respira, contempla y acepta.
Vivimos en una era en la que para todo pareciera tener que haber una respuesta rápida, una solución inmediata, una palabra justa, como si fuéramos profesionales sorteadores de obstáculos. Nos pasamos gran parte de nuestras vidas creyendo que el camino está lleno de obstáculos que tenemos que superar. ¿Y si el otoño con sus transiciones y repercusiones en nosotros no fueran obstáculos? ¿Y si nos entregáramos a la sabiduría infinita y primordial de nuestro ser como especie animal y nos permitiéramos escucharnos y aprender? Tal vez descubriríamos que en realidad no había nada de malo con nosotros mismos, que no era cansancio, que el otoño que va llegando para recordarnos que no por mucho madrugar amanece más temprano.
Lucrecia Ricchezza
Profesora de Yoga Integral Vinyasa y FisiomYoga Terapéutico
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