Oh, fin de año! Qué buen momento -nos han implantado- que es para comenzar a pensar qué es lo que queremos alcanzar en los doce meses venideros. ¿Cuántas veces has diagramado minuciosamente tu lista de resoluciones y objetivos (ya sea mental o escrita) sólo para descubrir meses más tarde que no has logrado alcanzar varios o ninguno de los que te propusiste? A continuación te cuento por qué tu lista de objetivos ha venido fallando y te propongo una nueva mirada para conectar con la abundancia y la posibilidad.

¿Por qué creo que las listas de objetivos de Año Nuevo no funcionan?
El primer motivo por el que enumerar tus metas y objetivos de Año Nuevo simplemente no sirve, tiene que ver con el estado emocional a partir del cual te disponés a realizar tal lista. Dependiendo de cómo te encuentres anímicamente al momento de confeccionarla, tendrás ciertos parámetros a través de los cuales dictaminarás qué es y qué no es lo posible para vos. Veámoslo con un ejemplo, si me encuentro transitando emociones tales como duelo, tristeza, miedo, frustración, enojo, o resignación, mis pronósticos acerca del futuro se verán sesgados por esa atmósfera emocional, y, como consecuencia, los objetivos que me proponga van estarán acotados a lo que crea que es posible en ese momento, limitando así mi potencial y el de las infinitas posibilidades que hay disponibles en el universo, o imponiéndome más de lo que realmente me encuentro en condiciones de realizar. Ahora bien, lo mismo ocurre si confecciono mi lista de objetivos desde un estado anímico euforia, entusiasmo, optimismo y felicidad, es muy probable que los objetivos que me imponga para el año que comienza sean demasiado ambiciosos y sobrepasen el potencial de lo que verdaderamente soy capaz. Entonces, si al momento de hacer mi lista me siento fuerte y entusiasmada, tal vez considere que el año próximo voy a poder -y querer- salir a correr 3 veces por semana e ir 2 días al gimnasio, meter 8 materias de la facultad, bajar 7 kilos y levantarme todos los días a las 6 de la mañana para entrenar. Lo que no tenemos en cuenta a la hora de imponernos este tipo de metas, es que los estados emocionales van fluctuando, y como no son permanentes, simplemente no puedo usarlos como cimiento para lo que quiero alcanzar.
El segundo motivo por el que las resoluciones de año nuevo nos pueden llevar al sufrimiento es que, al ponerlas en palabras y darles una forma y estructura así como también un plazo temporal para alcanzarlas, todo aquello que no encaje dentro de mis parámetros autoimpuestos simplemente no va a ser suficiente, siempre me van a estar faltando "cinco para el peso". En este punto hay que tener en cuenta que tanto los objetivos, como las metas, o como sea que le llames a este tipo de índices de logro, son creaciones mentales diseñadas desde las idealizaciones de tu mente, NO - SON - REALES. Entonces, cuando le impongo a la realidad un formato en el cual espero que encaje, desde el inicio estoy condenándome a la frustración y al fracaso. Este tipo de planteos no contempla imponderables. Tu mente -y hoy en día, gran parte del entorno mediático circundante- te va a estar diciendo que "vos tenés que ir a más", que "no podés conformarte", que una vez que vos diste un paso hay otras personas que ya dieron cinco pasos más, que si no cumplís vas a quedarte afuera.

Y lo cierto es que la realidad existe más allá de lo que tu mente busque imponerle. Tal vez entre tus resoluciones estaba salir a correr tres veces por semana, pero en mayo un desgarro no te permitió continuar y al cabo de unos meses ya no te interesaba seguir saliendo a trotar porque para rehabilitarte empezaste natación. ¿Eso es un fracaso? ¿El desgarro fue un maldito obstáculo impidiéndote cumplir tu objetivo o fue el universo destruyendo tu plan antes de este te destruyera a vos? ¿O tendría que seguir saliendo a trotar Y ADEMÁS, sumarle natación? O tal vez querías bajar 10 kilos y por cuestiones hormonales subiste 5. O te habías propuesto comprarte un auto 0km pero se fueron al demonio y te dio para uno usado. Y así podríamos seguir largo rato, pero creo que el punto queda claro: siempre que busque forzar la realidad a los designios de mi mente, y ella no cumpla con sus requisitos o solo lo haga parcialmente, voy a estar encaminándome a la frustración, la resignación, el demérito, y el fracaso.
Siguiendo con el motivo anterior, la cuestión del tiempo es otro factor importante a tener en cuenta. Imponernos plazos y fechas límite, nos ciega a la valoración de los procesos. Aquí otra vez está jugando la mente que estipula -a veces con data y otras caprichosamente- en cuánto tiempo tendríamos que estar alcanzando lo que nos proponemos. Tal vez en este año no alcanzaste la meta tal y como te la habías impuesto, pero diste dos pasos para estar más cerca. Desde tu mente, en lugar de apreciar lo alcanzado, muy probablemente vas a estar viendo todo lo que todavía te falta y no alcanzaste, lo que constituye un incumplimiento de una de tus tantas metas para el año.

De acuerdo con el Budismo, existen seis razones del sufrimiento, entre las cuales se encuentran, tener apegos, el deseo de controlarlo todo y no aceptar las cosas. Elijo estas tres porque me parece que se relacionan mucho con el sufrimiento que generan las imposiciones de año nuevo con formas, estructuras y plazos. Cuando nos apegamos a nuestros objetivos y nos rigidizamos en ellos, cualquier otro logro va a ser una sencilla aproximación, generando microfrustraciones porque, en contraste con la idea que tenía en mi mente, el resultado obtenido me va a llevar a valorarlo desde la resignación y el conformismo. Por otro lado, plantearnos metas nos lleva a querer controlar los factores que intervienen o influyen en lo que necesitamos para alcanzarlas, y lo cierto es que con frecuencia muchos de esos factores no dependen de nosotros. Y, por último, relacionada con las anteriores está el no aceptar las cosas tal y como son. Querer imponerle al fluir de la vida estructuras y condicionamientos, es ir en contra de la naturaleza de la cosas. Aceptar es abrirnos a lo que es, con curiosidad, bajar las barreras de la mente y permitirnos correr el velo para ver qué es lo que realmente hay detrás. Cuando cultivás una actitud de curiosidad, con la voluntad de conocer, más que de cotejar la realidad a la luz de la expectiva, estás en el umbral de la plenitud y la felicidad.
Y entonces me pregunto por qué. ¿Por qué tenemos que estar imponiéndonos objetivos y condicionándonos en una cárcel que nosotros mismos nos inventamos? Ponernos metas nos encausa, nos limita, nos hace entrar en un carril en un momento, creyendo que eso va a ser lo que seguiremos queriendo en el futuro. ¿Y si cambio? ¿Y si dentro de unos meses ya no lo quiero? Bienvenida sea la crisis que te sacuda y te libere de tu propia cárcel de objetivos y metas, de patrones y mandatos. En la vida, la única certeza es el cambio, la impermanencia. Y la forma más sana de vivir en este plano es desde la curiosidad, la flexibilidad y la apertura ante los cambios.
¿Entonces, si no me pongo metas y objetivos, qué hago?
Podés intencionar; en lugar de impornerte metas con fomas, estructuras y fechas de caducidad, podés plantearte intenciones como abundancia, prosperidad, creatividad, respeto, gratitud, amor, confianza, constancia, perseverancia, las que sea que resuenen con vos.
Ya sé, debés estar pensando "Ah, pero es re amplio, así puedo interpretar que cualquier cosa que pase tiene que ver con mi intención." Y tenés razón, pero ¿por qué no? Cuando intencionás, todo lo que llega a vos es un regalo, cada resultado de cada acción que realizás te conecta con nuevas posibilidades.
Intencionar nos abre la puerta a una vida libre de imposiciones, consideraciones, juicios y puntos de vista, mientras que plantearnos metas, objetivos y resoluciones nos limita a mantenernos siempre dentro del mismo rango de elecciones, dentro de lo conozco y concibo como posible.
No ponerte metas, no implica no trabajar lo que querés, no desear, ni realizar acciones concretas en pos de lo que querés para tu vida. Así como intencionar, no implica quedarte de brazos cruzados esperando que las oportunidades te lluevan. "La inspiración tiene que encontrarte trabajando", algo así dicen que dijo Picasso. Y siempre que puedo lo cito porque me inspira. Conectá con eso que querés para tu vida en este momento, con la flexibilidad de saberte un ser libre y cambiante, y usalo como parámetro para tomar elecciones que sumen a lo que querés para vos. Si lo querés es una vida saludable, tal vez un mes elijas ir al gimnasio, otros prefieras salir a correr, podés prestar atención a lo que comés y a cómo lo comés y elegir lo más sano para vos. No se trata de adscribir a una metodología o a un objetivo en particular, se trata de vivir libremente, en comunión profunda y honesta con quien estamos siendo.

Esta es la nueva mirada que te propongo. Podés hacerte algunas preguntas que te paso a continuación para conectar con vos y tu verdad.
- ¿Cómo quiero que sea mi vida?
- ¿Cómo quiero que sean mis relaciones?
- ¿Cómo quiero vincularme con los demás y conmigo misma/o?
- ¿Qué tipo de emociones quiero sentir y cómo quiero transitarlas? (Esto no implica evadir emociones consideradas negativas, la salud emocional pasa por poder habitar todo el abanico de emociones con sus matices)
- ¿Qué experiencias quiero tener? ¿A qué quiero exponerme?
- ¿Cómo quiero sentirme? (en todos los aspectos y niveles)
Para usar las preguntas:
-Podés cerrar tus ojos y dejar que afloren las respuestas
-Podés preguntar y abrirte a dejar que el Universo te muestre
-Podés escribir las preguntas y anotar las respuestas que te surjan.
Cuando tengas las respuestas o hayas percibido lo que querés para vos, tomá el compromiso de respetarlo y trabajar por ello.
Ya tenés tu norte, la vara para elegir desde tu verdad y descartar con paz y calma todo aquello que no contribuya a ese fin. Y vivir con la libertad de elegir desde las infinitas posibilidades que hay disponibles para vos, en lugar de limitarte con parámetros e imposiciones que condicionan el universo de lo posible.
Te deseo un maravilloso Año Nuevo y que la luz de tu verdad guíe tu camino.
Lucrecia Ricchezza
Prof. de Yoga
Coach Ontológico Transformacional
Comments